Constitución de 1931: Una tempestad convulsiona un país entero.

Ya he hecho referencia a uno de los mentores del Proyecto constitucional, el socialista Jiménez de Asúa, el cual alardeaba que el Proyecto constitucional que se traía a debate era fundamental y esencialmente de izquierdas, así, el principal Código jurídico de la Nación española era teñido intencionadamente de un sesgo ideológico que solo contentaba y representaba a aquellos que eran afectos a las causas, no ya republicanas, sino de la izquierda republicana (en el libro explico detalladamente como la Cámara salida de Junio en poco o nada representaba la verdadera identidad político social de la opinión pública española). La Carta Magna de cualquier nación que se precie debe tratar de reflejar, cuando menos, el verdadero sentir del alma popular, nutrirse de la tradición, cultura y esencia populares, pero lejos de hacerlo así, una buena parte de la izquierda republicana se empeñaría tozudamente en elaborar un Proyecto más de división que de unión impostando una nueva realidad social muy alejada del peso de la tradición y la cultura popular españolas lo que alejaría, casi de forma definitiva, a un buen número de españoles de sus simpatías por el régimen republicano; la República, antes de promulgar su Constitución, contaba ya con una parte no precisamente pequeña de la sociedad española desafecta cuando no combativa a su causa. Estos excesos y sesgos ideológicos de la Constitución ya los denunciaba el ilustre e histórico político republicano, Melquíades Álvarez, en sus siempre elocuentes y brillantes intervenciones; así, reivindicaba una Constitución para todos y no de partido, que estuviera fundamentada en un verdadero espíritu colectivo y nacional.

yo, que no puedo inspirar sospechas a nadie en esto de convicciones religiosas, tengo que deciros que hay que guardar un profundo respeto en la Constitución a estas creencias seculares que viven todavía en el fondo de muchas familias y que la religión es, creáis lo o no, un freno para sostener los extravíos de las pasiones (Rumores) y un estímulo para practicar las virtudes” (Protestas y rumores);  “con esto estoy examinando la realidad política española, diciendo lo que piensa el país, no lo que pienso yo ni lo que pensáis vosotros,” (Un Sr Diputado: Está S.S. muy anticuado).

                   Melquíades Álvarez. 9 de Septiembre de 1931.

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