Los debates sobre el Proyecto constitucional dejaban muy claro que el camino que se quería emprender nada tenía que ver con una República de corte liberal al uso, el giro hacia una República de claro signo socialista se vio y se intuyó, ya no sólo por la propia composición de la Cámara, sino desde el mismo momento en que se abrieron las puertas de las sesiones republicanas; todo ello se acentuaría en el transcurso de los acalorados debates acerca de la nueva Constitución republicana. Sin duda, uno de los que más ayudaron a crear y a fomentar ese ambiente revolucionario de la Cámara fue el diputado Radical socialista, Ángel Galarza (recordado, entre otras muchas cosas, por señalar públicamente a Calvo Sotelo doce días antes de su asesinato, en la sesión del 1 de Julio de 1936); el 14 de Agosto del 31, fecha en la que se debatía acerca de la formación de una Comisión de Responsabilidades (encargada de juzgar, por parte de miembros de la propia Cámara republicana, a los principales protagonistas de la Dictadura de Primo de Rivera), se levantaba para proclamar a los cuatro vientos la revolución que ahora se iniciaba y, más aún, se jactaba de que la Cámara se pudiera convertir en una Convención al más puro estilo jacobino:
“Sin haber sido delitos políticos los actos realizados por los hombres del pasado, de la Historia de España, la Cámara tiene soberanía plena, incluso para condenar con nuevas penas”. (Rumores); “cuando hay una Cámara soberana, como es esta, la Cámara puede incluso hacer una nueva ley para juzgarlos y para castigarlos, y si así no lo hiciéramos, no responderíamos a las ansias, a los anhelos del país”. Es decir, la Cámara “revolucionaria” era soberana y, por ello, tenía y debía tener plenos poderes para juzgar sobre hechos pasados y ya juzgados, “incluso para condenar con nuevas penas”.
Ángel Galarza, 14 de Agosto de 1931