"Diario de un fracaso" es un trabajo que se ha versado fundamentalmente en el profundo análisis de las más de 27 mil páginas del diario de sesiones republicanas, un periodo que entiendo es la cima sobre la que gravitan algunas de las enconadas rivalidades político sociales de hoy; así, todo lo que allí se dijo, ha sido la principal fuente de la que me he nutrido para dar forma y contenido a estos largos e intensos años de trabajo. Aquí, se diseccionarán las principales líneas argumentales del mismo; curiosidades, anécdotas, destacados discursos y debates que deben ser recordados, incluso, rescatados del anonimato. Inicio un viaje al que os invito a participar aparcando, siquiera por un momento, nuestras pasiones y estériles diferencias ideológicas que a nada bueno nunca conducen.
"La Revolución más anunciada de la historia" se compone de dos partes, una primera que analiza los años que van de 1917 a 1931 (hasta el momento de la promulgación de la Constitución de la II República, en el mes de Diciembre) y una segunda que lo retomará a partir de Enero de 1932 (tras los trágicos sucesos de Castilablanco) hasta el 15 de Julio de 1936, fecha de la última sesión a Cortes ordinaria antes de la Guerra Civil (la histórica Diputación Permanente en la que se trató el bárbaro asesinato de José Calvo Sotelo).
Las dos Españas, disputa en la que nadie gana y siempre pierde España"
"La historia nos enseña que los errores del pasado se ven con la perspectiva del presente; reflexionemos, el futuro es hoy″.
"La Segunda República española no fue sino el final de un largo proceso revolucionario, fueron décadas de una subversión revolucionaria que se germinó con la pérdida de las últimas colonias y que culminaría con la proclamación de la República aquel 14 de Abril de 1931. En efecto, casi treinta años de una constante y permanente coacción a un Estado de derecho, representado por el sistema turnista de la Restauración, que se mostró en exceso indolente ante una amenaza revolucionaria que no iba a cejar en su empeño de derribar a la que era la institución más representativa del régimen, la Corona. El libro tratará de explicar todo este largo proceso de desestabilización y agitación que daría lugar a la que sería, finalmente, la Revolución más anunciada de la historia, la Segunda República española".
"Este largo proceso de investigación no tiene como fin poner en cuestión la legitimidad de un régimen sobre otro, monarquía y república son dos modelos de Estado perfectamente válidos a la vez que perfectamente erróneos, no seré yo y, en mi condición de monárquico, el que ponga sombra alguna de ilegitimidad a un régimen como el republicano; ahora bien, carezco de capacidad moral para defender un régimen como fue aquel que representó la II República española, germen y triste vivero de una buena parte de los males que hoy en día padece nuestra Nación. El libro trata de analizar la secuencia de circunstancias que nos han llevado hasta aquí, intentando ofrecer una perspectiva más amplia y global de nuestra Nación y donde, quizás, el término patria, pueda ser visto como un símbolo de unión, de proyecto común, que no atiende a intereses particulares o de partido".
«El socialista Julián Besteiro fue sustituido en ese mes de Enero de la Presidencia de la UGT, su negativa a ese camino de violencia le mantendría en una situación marginal dentro de un socialismo ya abanderado, desde aquel momento, por el aclamado como Lenin español, Largo Caballero, al que el propio Julián Besteiro llegó a considerar que suponía un peligro aún mayor que el supuesto "enemigo fascista" para la paz de la Nación española.»
En el libro se ofrecen algunos datos que dan una idea de lo que fue el resultado final de las mismas, estas no fueron ganadas como generalmente se ha querido dar a entender por los republicanos, al contrario, el recuento final daba una amplia e, incluso, cómoda victoria a las candidaturas monárquicas; así, la sola victoria republicana en una buena parte de las principales ciudades de España no legitimaba, ni mucho menos, todo un cambio de régimen, un nuevo modelo de Estado y, más aún, cuando había nacido de unas elecciones municipales cuya jurisdicción sólo abarcaba un terreno que bien pudiéramos definir como administrativo.
Los españoles se encontraron en Abril del 31 con un Gobierno y un nuevo modelo estatal, en lugar de alcaldes y concejales, se encontraron con un nuevo régimen que rebasaba las competencias puramente administrativas de las elecciones; todo ello, validado por el presunto alborozo y fervor populares y con la complicidad de unas autoridades monárquicas temerosas de que se desencadenara un conflicto al modo revolucionario ruso del 17. La elección de alcaldes y concejales sería la excusa, el señuelo para conquistar un Poder que desde hacía tiempo apetecían ciertas élites políticas contrarias a la monarquía.
Las elecciones las perdieron las candidaturas republicanas; sin embargo, las instituciones, sorprendentemente, casi les fueron entregadas a los miembros del Gobierno Provisional republicano. En estas condiciones, la ciudadanía escaso poder de decisión real tuvo, advino un régimen que no fue plebiscitado y, menos aún, refrendado por el conjunto de los españoles; por todo ello, nacía con unos vicios que se agravarían con la aprobación de una Constitución que tampoco sería refrendada por el conjunto de la ciudadanía. El pueblo español no pudo decidir sobre su destino, este les fue impuesto por los apetitos partidistas y particulares de unos pocos.